Entregadas a tí

¡Oh, Espíritu Divino, haced que marchemos unidos!
Yo me entrego a Vos sin temores ni vacilación.
A cierra ojos me lanzo en el seno de vuestra Providencia,
conducidme, santificadme que a mí tan sólo me atañe borrarme y desaparecer.
Sí, yo tiendo hacia Dios con toda la energía de mi alma,
como a único término de mi existencia y todo lo demás es nada para mí;
Sólo ansío y pido mucha buena voluntad
y perderme en los espacios infinitos en que no se respira más que amor; mi corazón le busca sin cesar y quiere perderse en Él
y llevar aquella vida escondida con Cristo en Dios de que habla San Pablo.
Quiero ser dócil, muy dócil en manos del Divino Artífice,
para que Él haga de mí lo que le plazca,
no siguiendo nunca mis caprichos y miras personales
por no contrariar la acción del Espíritu de Amor.
Mi ambición es renovar a cada instante mi absoluta entrega a Dios Nuestro Señor y gastar mi vida por su Iglesia. Por Jesucristo Nuestro Señor

(textos de la Venerable Sor Consuelo Utrilla O.M.)

Federación Monjas Mínimas

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